El arte griego se caracterizó por la representación naturalista de la figura humana, no sólo en el aspecto formal, sino también en la manera de expresar el movimiento y las emociones. El cuerpo humano, tanto en las representaciones de dioses como en las de seres humanos, se convirtió así en el motivo fundamental del arte griego, asociado a los mitos, la literatura y la vida cotidiana.
Los artistas griegos empleaban colores al agua para pintar grandes murales o decorar vasijas. Los ceramistas modelaban las piezas en tornos de alfarero y cuando se secaban las pulían, pintaban y cocían.
El arte griego se divide normalmente en periodos artísticos que reflejan sus cambios estilísticos. Se divide en tres etapas, denominadas respectivamente arcaica, clásica o ática y helenística o postalejandrina. Su momento de mayor esplendor puede situarse en el período clásico, en tiempos del gobernante Pericles.
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